El desarrollo de una exposición de artes plásticas comienza mucho tiempo antes de su puesta en escena. Es un trabajo en equipo en el que intervienen muchas personas pertenecientes a las más diversas entidades. La arquitecta colombiana Liliana Andrade es una de las personas que han hecho visible la relación entre los objetivos del Salón Nacional de Artistas y el público visitante.
Liliana, ¿cuál es tu experiencia como museógrafa? ¿Cuál ha sido tu labor para esta versión del Salón Nacional de Artistas?
L.A.: Mi profesión es la arquitectura y he trabajado en diferentes áreas como la de gestión cultural y he estudiado y trabajado desde hace mucho tiempo en museografía. La experiencia con el SNA ha sido muy interesante. Creo que es la primera vez que contratan a un museógrafo y es algo muy positivo porque parece que en Colombia no se tenía claro cuál es la función del museógrafo y, realmente, es una pieza clave en el desarrollo de una exposición.
En este caso, los curadores tienen unas ideas, unos conceptos, que son desarrollados por los artistas; el museógrafo es la persona que le ayuda a los curadores a darle sentido a sus ideas en el espacio. Ese ha sido mi trabajo. La labor tiene varios retos expositivos; por ejemplo, el Club Rialto es muy grande (cerca de 2 mil metros cuadrados) pero fue muy bien curado, con una excelente selección de artistas. El reto era poder ocupar todo este edificio y que, a su vez, se entendiera y funcionara a nivel de ritmos, de proporciones, de escalas, de color, de textura y por supuesto de discurso expositivo… todo esto se logró.
El concepto del “AÚN”, de que a pesar de todo aún se pueden hacer las cosas y de que hay otra posibilidad de hacer las cosas, resultó interesante para mí. Eso me llevó a que toda la museografía está trabajada bajo ese concepto. Está bien hecha, es sencilla y tiene un carácter provisional, es austera en términos técnicos y prácticos. Responde adecuadamente al mismo concepto curatorial.
¿Cuál ha sido tu proceso profesional?
L.A.: Estudié arquitectura en Bogotá, trabajé en gestión cultural en esa misma ciudad y luego hice un curso de museografía y conservación del patrimonio cultural. Viví 17 años en Barcelona, donde trabajé en el área de museología y museografía de una universidad. Barcelona tiene la particularidad de que la museografía es considerada como una industria. Allá hay muchas empresas dedicadas a esta actividad. En este punto es válido aclarar que un museógrafo no tiene que ser un arquitecto. Por el contrario, el arquitecto forma parte de la museografía, como lo es el gráfico, el investigador, el de iluminación… es un equipo grande.
En mi caso, puedo ejercer dos roles. Estoy en capacidad de tener un mayor control de todo el espacio expositivo; algo que no se refiere a la labor del curador o del museólogo, ya que este último se encarga del guión. Desde la museografía me encargo de la parte “práctica”, de la puesta en escena.
Como independiente, trabajé con firmas de arquitectos y de museólogos. Cuando ya pude tener una empresa propia, esto me permitió mantenerme en contacto con el diseño de exposiciones como arquitecta, en algo que se conoce como “arquitectura efímera”. Esta arquitectura está planteada no solo desde espacios como una exposición, sino en otros espacios, como ferias, arte público y festivales, entre otros.
¿Cómo llegas al Salón Nacional de Artistas?
L.A.: Llegué a Colombia de nuevo hace dos años. En ese momento, mi amigo Jaime Cerón me habló del pabellón de Colombia en ARCOMadrid. Participé en el concurso y fui elegida como ganadora. Esta fue, por así decirlo, mi nueva entrada a Colombia. Para ARCOMadrid hice toda la museografía y la parte de arquitectura.
A partir de ahí empezaron nuevos proyectos para diseño de exposiciones. Para los 10 años de Arcadia hice el pabellón en la FILBO… así empecé de nuevo a trabajar en el país. La ventaja es que no somos muchos arquitectos dedicados al campo expositivo… todo esto ayudó a que pudiera trabajar este año en el Salón Nacional de Artistas.
¿Cuál es la labor específica de un museógrafo?
L.A.: El museógrafo ayuda a darle sentido a las obras, al discurso del curador. Se le puede dar sentido al discurso desde la parte práctica o técnica de una exposición: desde la pintura, el audio, los soportes, las vitrinas, desde muchos aspectos. En museografía debes tener en cuenta que todo te está diciendo algo, si pones una pantalla su tamaño dice algo, pero si pintas una pared de blanco o de un color cálido te dice otra cosa, hasta la pieza más pequeña puede ser potente, depende de dónde y cómo lo pongas. Esto es válido para todo en el Salón Nacional de Artistas, cuyo concepto es temporal. El SNA hace alusión a la trocha; para esto nos fijamos en el territorio, en el campo, en los recursos del campo. Y el resultado está completo. Con esos recursos “museográficamente”, todo puesto dentro de un espacio… pero en esencia es sencillo, porque lo importante es dar la sensación de temporalidad, de finalidad, dar a entender que se puede acabar.
¿Qué piensas con respecto a que Pereira sea la sede del Salón Nacional de Artistas?
L.A.: Me parece muy interesante que las regiones apuesten por ser sedes y participar dentro del Salón, porque eso empieza a generar otro tipo de dinámicas en la región. Ya verán que a partir de este evento, van a suceder otras cosas. Aunque el Salón sea temporal y se vaya, esto va a hacer un clic en la región y va a generar otras dinámicas. Me parece que está muy bien que la ciudad haya puesto todos sus recursos humanos y artísticos al servicio del Salón. Esto será increíble para la ciudad y para los espacios cerrados y abiertos que harán parte de él. Las actividades del Salón van a abrir abrir nuevas posibilidades para los ciudadanos y sus visitantes. Lo bueno es comprender que es un Salón nacional, que pone evidencia un momento o una situación del arte dentro de un contexto; eso es bastante interesante, obvio que la región importa y aporta a esta construcción.
¿Qué te gusta de trabajar en Colombia nuevamente?
L.A.: Te voy a dar un ejemplo: en Europa hay muchas autopistas o trenes que te llevan directamente a tu destino. Conceptualmente, es una forma de decir que hay una sola manera de llegar a un punto. En Colombia, por el contrario, existen muchas posibilidades para llegar a un punto, hay distintas maneras de hacerlo. Por eso me gusta el AÚN 44 SNA. El Salón, aunque habla de paisajes y territorios, nos enseña las maneras y posibilidades de mostrar algo. Por eso, dentro de la exposición me preocupé porque los mismos recorridos de la exposición no estuvieran tan marcados; no hay un orden específico y se puede acceder a las obras de distintas maneras para que cada uno haga su propia lectura de la exposición.
Liliana Andrade es la museógrafa de AÚN 44SNA.